Excepto en el Reino Unido y en EEUU, en el resto de países la inversión extranjera goza de mala imagen. La inversión es especialmente atacada cuando se materializa en grandes empresas de servicios públicos y cuando afecta a los intereses de fuertes grupos de presión locales.
En el primer caso, la imagen pública de las empresas está presente en todos los rincones del país, ya se trate de un banco o de una empresa eléctrica, lo que se interpreta como una colonización extranjera. En el segundo, la pérdida de privilegios, de búsqueda de rentas, cuando no de la consecución ilegal de beneficios, desata las iras de esos grupos que las airean públicamente en los medios de comunicación. Éstos tienen, sistemáticamente, un sesgo en contra de las empresas extranjeras, porque las consideran ya fuera de su círculo de poder.
Pulsar un interruptor y que funcione la luz, marcar un número de teléfono y hablar con alguien al otro lado, beber un vaso de agua con la calidad mínima exigida por las autoridades sanitarias, ir por una carretera y no dejarse el coche en un bache. Éstas son situaciones a las que en Europa no les prestamos atención porque las tenemos incorporadas a nuestras vidas cotidianas. Pero justamente las situaciones contrarias son las que solían vivir los ciudadanos de la mayoría de los países de América Latina. Las empresas extranjeras -en la mayoría de los casos españolas, pero también francesas e italianas- han revolucionado todos esos servicios en un plazo récord de tiempo, ofreciendo la misma calidad -cuando no mejor- que en sus países de origen. Uruguay, por ejemplo, cuenta con una red de telefonía móvil más moderna que EEUU. Los aeropuertos argentinos y chilenos cuentan con instalaciones similares o mejores que los europeos. Igualmente puede afirmarse de la red de autopistas en Chile o Argentina.
La realidad es que, antes de que fueran gestionados por empresas españolas, el funcionamiento de esos servicios era catastrófico. Apenas se realizaban inversiones para mejorarlos o siquiera mantenerlos, la corrupción estaba generalizada (en algunas de ellas, había personas ya fallecidas que seguían cobrando). Incluso empresas de petróleos (YPF en Argentina), en donde es difícil perder dinero, incurrían en pérdidas.
Los servicios hoy están bien gestionados, las empresas cumplen todas las leyes y pagan hasta el último euro de impuestos, al sentirse en el punto de mira de los grupos de presión locales y de políticos populistas que consiguen fácilmente votos imputando a esos extranjeros la causa de todos los males del país. Chile es de las pocas excepciones en donde no existe esa cultura y su economía, no por casualidad, es la mejor de todo el continente.
Rogelio
Velasco
lAS EMPRESAS ESPAÑOLAS SON DEMASIADO IMPORTANTES EN AMERICA LATINA Y NO PUEDEN TENER MALA IMAGEN ES ALGO QUE HAY QUE REVERTIR. HAY QUE HACER ESFUERZOS ENORMES PARA AQUELLO Y UNA DE LAS HERRAMIENTAS ES TRABAJAR FUERTE Y EFICAZMENTE LA RESPONSABUILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL. LO PRIMERO QUE DEBN HACER ES GENERAR EL CAMBIO CULTURAL AL INTERIOR DE LA ORGANIZACIÓN CAPACITANDO A TODO SU PERSONAL EN RSE
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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