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martes, abril 08, 2008

lobby: egos de poder (2007)

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egos de poder (2007)

Juegos de poder (2007)Charlie Wilson's War
Dir. Mike Nichols | 97 min. | EEUU

Intérpretes: Tom Hanks (Charlie Wilson), Julia Roberts (Joanne Herring), Philip Seymour Hoffman (Gust Avrakotos), Amy Adams (Bonnie Bach), Jud Tylor (Crystal Lee), Hilary Angelo (Kelly), Cyia Batten (Stacey), Kirby Mitchell (Stoned Guy), Ed Regine (Limo Driver), Daniel Eric Gold (Donnelly), Emily Blunt (Jane Liddle), Peter Gerety (Larry Liddle)

Considerada por algunos como una comedia de humor negro y por otros como un enmascaramiento ideológico, este filme de Mike Nichols es más interesante de lo que parece a primera vista, en parte porque utiliza el esquema de una comedia para tratar un tema que no es para nada cómico. El planteamiento argumental no puede ser más clásico, ya que combina personajes con personalidades contradictorias que se juntan contra cualquier pronóstico en busca de un objetivo común que, a veces, no se sabe bien cuál puede ser su más oculta motivación. En efecto, para algunos, Juegos de Poder justifica toda la hipocresía de la política norteamericana, tanto en el plano interior como en el exterior. La película no cuestiona el uso del alcohol y las drogas, ni el sugerido ejercicio de la prostitución en el Congreso estadounidense; ni tampoco la doble faz de los fundamentalistas religiosos, quienes realizan fastuosas bacanales mientras predican contra el comunismo en nombre de Dios (¡y hasta de Alá!).

Juegos de poder (2007)

Considerada por algunos como una comedia de humor negro y por otros como un enmascaramiento ideológico, este filme de Mike Nichols es más interesante de lo que parece a primera vista, en parte porque utiliza el esquema de una comedia para tratar un tema que no es para nada cómico. Basada en un hecho real, narra la forma como un congresista demócrata aficionado a las mujeres, las drogas y el alcohol (Charlie Wilson) se junta con una millonaria religiosa anticomunista pero al mismo tiempo lujuriosa (Joanne Herring) y con un duro agente de la CIA (Gust Avrakotos) para lograr echar a los rusos de Afganistán durante los años 80. Ello mediante una operación de financiamiento clandestino a los rebeldes muhaidines que subió desde los modestos cinco a los mil millones de dólares para fines de entrenamiento y armamento a lo largo de casi una década. Que semejantes personajes no fueran producto de la fantasía sino los protagonistas de esta operación político-militar encubierta a gran escala, obligó al director Mike Nichols a colocar el consabido cartel de "basada en hecho reales" al comienzo mismo del filme. Y no podría ser de otra manera, puesto que el buen guión de Aaron Sorkin está basado en un libro del periodista George Crile, del famoso programa de investigación periodística 60 Minutos.

El planteamiento argumental no puede ser más clásico, ya que combina personajes con personalidades contradictorias que se juntan contra cualquier pronóstico en busca de un objetivo común que, a veces, no se sabe bien cuál puede ser su más oculta motivación. En el caso de Herring y Avrakotos está sumamente claro el asunto, no así en el de Wilson. ¿Qué interés podría tener este liberal y libertino tejano con lo que ocurría allá, por el centro de Asia, con un mundo que ya desde su primera visita demostraba desconocer casi totalmente? Pero en ese misterio está justamente la gracia de esta historia. ¿Cuántas veces no hemos visto a personas disímiles entre sí, que nosotros no hubiéramos imaginado juntas, unirse en pos de un objetivo profesional o personal (amical, sexual y hasta amoroso)? Y, luego, esa experiencia de juntar agua con aceite se traslada a las acciones para crear alianzas entre fuerzas opuestas –ya sea por intereses políticos o económicos– reconocen un enemigo mayor (la Unión Soviética). Y el resultado, sorprendentemente, es una película sumamente entretenida.

Sin embargo, esto no impide que el enfoque marcadamente ideológico del filme se convierta en un arma de doble filo para sus productores. Ello porque, de un lado, da pie a lecturas muy diferentes y, del otro, podría ofrecer una descripción de las formas de funcionamiento de la política como ejercicio de representación.

Juegos de poder (2007)En efecto, para algunos, Juegos de Poder justifica toda la hipocresía de la política norteamericana, tanto en el plano interior como en el exterior. La película no cuestiona el uso del alcohol y las drogas, ni el sugerido ejercicio de la prostitución en el Congreso estadounidense; ni tampoco la doble faz de los fundamentalistas religiosos, quienes realizan fastuosas bacanales mientras predican contra el comunismo en nombre de Dios (¡y hasta de Alá!). Mientras que en la CIA vemos a mandos medios y bajos, que actúan por convicción, y a los jefes, que se dan la gran vida. Por otro lado, la película oculta el hecho de que en la guerra fría las grandes potencias utilizaban (o creaban) conflictos en algunos países para utilizar a esos pueblos como peones en guerras de baja intensidad. Así, los estadounidenses apostaban inicialmente a que los soviéticos se desangrarían y empantanarían en Afganistán; como ellos mismos lo hicieron en Vietnam. Luego cambiarían esta estrategia, gracias a las iniciativas de ese desconocido congresista, Charlie Wilson. Pero lo asombroso –una especialidad de Hollywood– es dotar a todo esto de un aire épico; primero, contraponiendo el sufrimiento de los afganos con la atrocidad y maldad soviéticas y, luego, resaltando el ingenio de los simpáticos héroes (los protagonistas de esta película) que ayudan a salvar al pueblo afgano de la amenaza roja. En otras palabras, el filme encubre las razones de fondo del conflicto (e incluso las más obvias) y justifica la corrupción del poder.

Un ejemplo de este enfoque lo ofrece Juan Pablo Bondi: "Nichols ensalza, cual Leni Riefensthal, la figura de Wilson como un simpático político que trata de ayudar a los pobres afganos, cuando en realidad apoyó la dictadura del corrupto Somoza en Nicaragua y proveyó entrenamiento a miembros del grupo terrorista Jihad. La consecuencia del retiro de dinero de Afganistán creó la situación actual en la que está sumergido el mundo hoy: guerras y terrorismo islámico. La película trata con tono de comedia la guerra, el uso de drogas por parte de Wilson, su predilección por las mujeres fáciles, la utilización de fondos ilegales para la compra de armas, etc."

Por cierto, el filme busca cubrirse las espaldas con el vano intento por parte de Wilson de –tras la retirada soviética– proveer fondos para construir escuelas. El protagonista del filme dirá que justo cuando Estados Unidos apoya a un pueblo vencedor del comunismo, entonces lo "abandona". Comentario (nuevamente) de doble filo, ya que por un lado busca satisfacer la "buena consciencia" de los demócratas norteamericanos y, por el otro, sugerir que el desarrollo de los pueblos depende de la presencia estadounidense; así sea bajo un enfoque desarrollista.

Hay, sin embargo, una lectura diferente del contenido ideológico del filme. Martina Hirsch, por ejemplo, sostiene que "…el aporte bélico norteamericano a los muhaidines afganos para que estos derrotaran al otrora invencible ejército soviético tiene todos los elementos de una sátira absurda, de una biopic delirante, de un melodrama desgarrador y de una clase magistral de geopolítica internacional (los norteamericanos terminaron entrenando y armando a quienes luego serían el Mal personificado en Al Qaeda)". Aunque no me queda claro del todo la parte del "melodrama desgarrador", esta comentarista presenta Juego de Poder como una sátira política y, en esa misma línea, Diego Batlle la califica como "La comedia más ácida y negra que pueda imaginarse dentro del Hollywood contemporáneo".

En realidad la película no dice en ningún momento que a partir de esta vasta operación encubierta, los norteamericanos alimentarían a quienes luego se convertirían en el régimen islámico más fundamentalista (los tabilanes) y el grupo terrorista hoy más buscado por los yanquis (Al Qaeda). Y, de hecho, los comentarios de Tom Hanks sobre Charlie Wilson (como los de Nichols) no son para nada satíricos. Por el contrario, el actor no sólo lo alaba y enaltece, sino que rechaza que su personaje haya tenido responsabilidad en los efectos posteriores a sus acciones; es decir, que estos miles de millones de dólares invertidos en "la guerra de Charlie Wilson", les estallaría en la cara a los estadounidenses el 11 de septiembre de 2001. Por su parte, Nichols explica claramente su punto de vista al respecto: "No se suponía que tenían armas de destrucción masiva, se sabía. La crisis de los misiles cubanos fue aterradora porque los rusos podían atacarnos. Como dijo Charlie, todo eso pasó de verdad, y ahora es difícil entender que el malo era Rusia. Todo el mundo les temía". Por tanto, desde este punto de vista, el supuesto "ácido humor negro" está un poco fuera del filme y la "sátira" es quizás también involuntaria; ya que su objetivo ideológico es bastante evidente.

Juegos de poder (2007)Dicho lo anterior, es posible también enunciar una tercera interpretación del contenido ideológico de la película. Según esta, las personas son contradictorias; es decir, sus creencias y personalidad están determinadas por circunstancias contrapuestas que han vivido y en las que se han socializado. El resultado es la convivencia de creencias opuestas en una misma persona, lo cual es coherente para ella pero, eventualmente, incoherente para los demás. Lo cual explicaría las personalidades políticas de Charlie Wilson y de Joanne Herring, y un poco menos la de Avrakotos. En Perú tenemos el caso de Javier Valle Riestra, un político que fantasea con los gestos heroicos de guerrilleros e insurgentes armados (y que, como abogado, los defiende), pero que al mismo tiempo fue primer ministro de Alberto Fujimori (cuyo gobierno los capturó y hasta asesinó); y lo sorprendente es que pese a esas (y otras) incongruencias, el citado personaje mantiene un considerable apoyo electoral.

Lo anterior nos ofrece una visión más realista de la política y justifica el componente de representación que acompaña este quehacer. Dicho en otras palabras, siendo los políticos muchas veces inconsecuentes, incongruentes y contradictorios; deben, sin embargo, mostrar una performance coherente, convincente y hasta seductora. Justamente en cómo hacerlo consistiría el "arte" de la política, muy cercano entonces a lo que los franceses llaman "ciencias del espectáculo". Este enfoque, además, resignifica en un sentido positivo la lectura inicial y corrige las debilidades de la segunda interpretación, al colocar el recurso a la ironía en un ámbito de relaciones humanas más complejo. Todo ello sin dejar de constituir una disquisición tan polémica y debatible como las dos anteriores.

Pero volviendo al protagonista de este filme, es evidente que el personaje encaja con este enfoque un tanto inusual de la política y los políticos. Sin embargo, para tener la imagen completa de este personaje hay que referirse a lo que sí es, fuera de dudas, un interesante aporte de esta película: el retrato del lobbista. Lo que la legislación peruana ha reconocido recién hace algunos años como "gestión de intereses" es, en Estados Unidos, un instrumento de política altamente desarrollado; y Juegos de Poder lo muestra con cierto detalle. Se le puede definir grosso modo como el logro de objetivos políticos en beneficio de determinados intereses sociales, económicos o institucionales, mediante el convencimiento directo de las personas con real poder de decisión sobre los temas en cuestión. Esta película describe, en tal sentido, cómo fuerzas políticas ultraconservadoras se juntan a un congresista demócrata para lograr financiar a largo plazo y de manera encubierta a guerrilleros afganos que enfrentaron la ocupación de su país por el ejército soviético en los años 80. En ese contexto, vemos, en primer lugar, que el lobby es un trabajo de equipo, que reúne a operadores confiables y eficientes por sus destrezas, relaciones y contactos en diversas áreas de decisión e influencia. Se trata de una alianza contradictoria, posible únicamente por la polarización existente en la guerra fría; pero también porque une tanto convicciones imperialistas (Wilson, Avrakotos) y religiosas (Henning) como el gusto por la buena vida (sexo, alcohol, drogas, fiestas). En segundo lugar, para dedicarse al lobbying es preferible no tener (demasiada) figuración pública. Así, Charlie es un poco conocido parlamentario tejano, la mayoría de cuyos electores posiblemente desconocían siquiera el nombre del Estado vecino, mucho menos la ubicación de Asia o el oriente. Joanne, por su parte, era una millonaria con un ámbito de acción restringido a los grupos religiosos, pero con contactos claves en el Congreso; mientras que Gust pertenecía a los rangos inferiores de la CIA, pero tenía la convicción, cualidades y nexos internos para dar sentido estratégico y realizar las operaciones en el exterior.

Los perfiles de nuestros personajes nos conducen a una tercera característica del lobby: la acción encubierta. Es decir, que los objetivos se consiguen más eficientemente trabajando tras bambalinas. Lo cual muchas veces es interpretado –correctamente– como la compra apenas encubierta de congresistas para influir, mantener o dar determinadas leyes en beneficio de grupos de poder económicos. Sin embargo, el mecanismo también puede ser guiado por intereses meramente ideológicos, como lo muestra esta película; y más que una fuente de corrupción, el lobby puede funcionar como un mecanismo de intercambio de favores políticos (el toma y daca, pero también este intercambio puede ser usado para sacar adelante normas necesarias y beneficiosas para una sociedad). En ese sentido, Charlie Wilson tenía una cualidad de oro: había hecho muchos favores a personajes claves pero nunca había pedido nada a cambio. Esto le permitía, ante un interés nacional específico, conseguir con mayor facilidad el convencimiento y los respaldos necesarios para ir incrementando exponencialmente el presupuesto para una acción militar encubierta a gran escala.

Juegos de poder (2007)
Por otra parte, este esquema de intereses contradictorios unidos por un fin (ideológico) superior, es replicado por Wilson y Avrakotos en el aparentemente imposible encadenamiento de operadores árabes conservadores y judíos (ambos archienemigos mutuos) junto al presidente paquistaní Zia Ul-Haq, para construir un poder militar eficaz contra la entonces URSS en esa remota región del planeta. En quinto lugar, tenemos el lobby como una extensión de las relaciones públicas, a través del desarrollo constante de contactos al interior de las instituciones de poder y los medios. Para esto se requiere averiguar aquellos aspectos, actividades o creencias de los personajes a los que se quiere influenciar y satisfacerles tales gustos o intereses. Algunos son convencidos por sus creencias, otros, por sus placeres; los más difíciles, por un complejo manejo de circunstancias personales, políticas y culturales. Aquí vemos en acción tanto a Charlie como a Joanne, proveyendo (con apoyo de Gust) los insumos necesarios para suplir esas necesidades, desde odaliscas hasta armas.

Como vemos, Juegos de Poder es una película mucho más interesante de lo que parece, al ofrecer múltiples y polémicas lecturas en el plano político e ideológico; así como un eficaz y peculiar planteamiento dramático. En todo caso, ofrece un ejemplo ilustrativo del lobbismo en la política yanqui. No obstante, es posible hallarle algunos defectos. Desde el punto de vista político, el filme no menciona que toda esta vasta operación sólo podía funcionar bajo la orientación general que imprimía a la política exterior de aquella época el gobierno de Ronald Reagan. Esto pudo ser introducido de múltiples formas (así fuera de pasada) para tener un cuadro más completo de la situación y sin afectar para nada el desarrollo de la trama. Por otra parte, comparto el juicio de Martina Hirsch, según el cual "No estamos –queda claro– ante una película perfecta y redonda… Es un film irregular, con desniveles (las escenas bélicas son malas), incluso algo caótico….".

Consulten, opinen y escriban
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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El origen y el porqué de la guerra Kirchner vs. lobby agrario. Por Manuel Freytas (*)

El origen y el porqué de la guerra Kirchner vs. lobby agrario. Por Manuel Freytas (*)
El "modelo" capitalista en Argentina. Lo que empezó hace veinte días como un paro agrario con corte de rutas en todo el país ya se ha convertido en un conflicto estratégico a nivel nacional.

El origen y el porqué de la guerra Kirchner vs. lobby agrario. Por Manuel Freytas (*)
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| Política y Desarrollo | 4/4/2008|21:25hs | En líneas generales, el diseño y la ejecución de las nuevas retenciones al agro (impuestazo multimillonario al capitalismo exportador) por parte del gobierno argentino, estuvieron orientadas a preservar, en primer lugar, el propio poder político, del kirchnerismo gobernante, creando un "colchón financiero" para que lo proteja del proceso recesivo internacional que se avecina y le permita seguir subvencionado la "gobernabilidad" y la "paz social" del "Estado privatizado" del capitalismo en la Argentina. A modo de acción-reacción, la medida ya incubó una crisis económica-social y los cimientos de una guerra política por la redistribución de la renta capitalista local en los albores de una crisis recesiva mundial.

Informe especial

Desde hace dos semanas, el conjunto de la sociedad argentina es espectadora (y víctima a la vez) de una feroz guerra por la redistribución de la renta capitalista agraria entre el aparato político kirchnerista y los grandes consorcios agropecuarios quienes utilizan como medio de presión a los pequeños y medianos propietarios que cortan rutas en todo el país.

El reclamo de los pequeños y medianos productores (subsidiarios del juego concentrador del gran capitalismo agrario) fue utilizado como un ariete para forzar al gobierno a dar marcha atrás con las retenciones al agro, que afecta principalmente al lobby agropecuario que concentra la hegemonía y el control sobre el mercado interno y el comercio exterior de la Argentina.

Lo que empezó hace veinte días como un paro agrario con corte de rutas en todo el país ya se ha convertido en un conflicto estratégico a nivel nacional, que envuelve simultáneamente a toda la sociedad argentina afectada por el desabastecimiento y la suba de precios de los alimentos de consumo esencial, que en algún caso supera el 150%.

Argentina en un proceso naciente de emergencia económica, con desabastecimiento de alimentos esenciales y suba de precios, con la gendarmería desplegada en las rutas, y con amenaza de "guerra total" entre el lobby agropecuario y el aparato kirchnerista, conforman el escenario del llamado "conflicto campo-gobierno".

El resto de la estructura capitalista del país (industria, banca, servicios, etc) ya se ve expuesta a pérdidas millonarias por la retracción que produce en la actividad económica el lockout patronal agropecuario contra el gobierno.

Esta semana, se agravó el desabastecimiento de alimentos de consumo básico como leche, frutas y verduras, y donde aún quedan existencias, la suba de los precios llega a superar en algunos casos el 150%, generando un creciente malestar social a escala masiva.

Las entidades del campo, ante la firmeza de los pequeños y medianos productores, rechazaron una propuesta de subsidios sin levantar las retenciones y ratificaron el paro y el corte de rutas, mientras el gobierno ordenaba el despliegue de la gendarmería para desalojar los caminos y restaurar el abastecimiento.

La base económica del conflicto

A su vez, y en medio del conflicto patronal-económico, el gobierno y la estructura del poder agrario mantienen su propia disputa.

El gobierno kirchnerista, que se jacta de mantener en el Banco Central reservas por US$ 50.000 millones, cuenta con la multimillonaria cifra en US$ de las nuevas retenciones para mantener, por medio del subsidio a los pulpos de la alimentación, la inflación acotada (para conservar intacto su poder político) ante la suba internacional del petróleo y de los alimentos.

Obviamente que los Kirchner no utilizan las reservas para redistribuir equitativamente la riqueza producida por el conjunto de los argentinos, sino para subsidiar a los grandes consorcios capitalistas que controlan el agro, la industria, la banca y los servicios, y para evitar que aumenten los precios (a pesar de que igual éstos aumentan y generan inflación que el gobierno encubre).

O sea, que las reservas US$ 50.000 millones (producto de la recaudación impositiva) que la administración K no redistribuye entre las grandes mayorías asalariadas, son utilizadas para tres objetivos precisos:

A) Subsidiar a los mega-consorcios capitalistas que controlan la estructura productiva, el comercio interior y la exportación para que no aumenten los precios (manteniendo la "gobernabilidad" de los Kirchner), compensando de esta manera la rentabilidad capitalista de esos pulpos con el dinero de los impuestos aportado por las mayorías, principalmente por el sector asalariado, que aporta más de la mitad de la recaudación. De esta manera, la estructura capitalista local, con su "Estado privatizado" administrado por los Kirchner, no solamente elude o paga menos impuestos, sino que también roba los impuestos a la masa asalariada través de los subsidios que les otorga el gobierno.

B) El pago de la creciente deuda interna y externa, producto de los préstamos que el gobierno adquiere para no tocar, o utilizar al máximo, los dólares de reserva en el Banco Central, y de esta manera cumplir con la exigencia de los acreedores y mostrar a la opinión publica y a su mercado cautivo electoral , "solidez de administración".

C) Financiación del aparato político oficial, compuesto por una red nacional de dirigentes, punteros, piqueteros y organizaciones de izquierda asimiladas (como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo) que reciben, en conjunto, una multimillonaria financiación (en forma de subsidios, prebendas, planes sociales y puestos en el Estado, nacional, provincial o municipal), que le permite al gobierno de los Kirchner contar con una estructura de movilización masiva al margen de la participación popular genuina.

De esta manera, el aparato de presión kirchnerista , que ya cosecha la repulsa masiva de la sociedad por su manejo soberbio y autoritario de la llamada "crisis del campo", este martes organizó una manifestación multitudinaria en apoyo de Cristina que hace pasar como una expresión de "apoyo popular" a la presidenta.

Curiosamente, el gobierno de los Kirchner (cuyo matrimonio presidencial ya forma parte del lobby empresarial-capitalista que controla a la Argentina sobre la base del enriquecimiento con la corrupción política) ha ingresado en un callejón sin salida frente a la posición de los medianos y pequeños productores rurales que reclaman como única alternativa negociadora el levantamiento de las retenciones establecidas el 14 de marzo.

El fin de semana, en un acuerdo "salomónico", el gobierno y las cuatro entidades del lobby agrario anunciaron la instrumentación de subsidios como compensación al mantenimiento de las retenciones, que fue rechazado por las bases agrarias que cortan las rutas, alegando que el 90% de los subsidios serían recibidos por los grupos que concentran la propiedad y la comercialización agropecuaria en la Argentina.

Ante el fracaso de las entidades para negociar una salida favorable (en los términos de los grandes consorcios agrupados en la Sociedad Rural), el gobierno y el poder económico agropecuario siguen manteniendo la fachada de una guerra política mientras consensúan la decisión de desplegar los gendarmes en las rutas contra los pequeños y medianos productores en huelga.

A esta altura, ni al gobierno ni a los mega-consorcios del campo les conviene desestabilizar aún más la situación interna de emergencia económica por la que empieza a atravesar la Argentina gobernada por los Kirchner.

No obstante, el gobierno de los Kirchner, para "salvar la ropa" y mantener la fachada de legitimidad y de consenso social intacto, realiza continuas maniobras de presión y de exhibición de fuerza con movilización de su aparato político-sindical en apoyo de Cristina, mientras mantiene negociaciones aceleradas con los grupo de poder para "pacificar" y hacer retornar a la Argentina a la "gobernabilidad".

Los grupos del lobby agrícola-ganadero a su vez (los dueños del Estado argentino "privatizado") ya han experimentado un "corte horizontal" en sus bases que desoyen los llamados de las dirigencias a levantar los cortes de ruta.

La estructura capitalista agraria

En primer lugar (y desde el punto de vista de la realidad concreta) en la Argentina no hay un conflicto Gobierno-campo, sino un conflicto de grupos por la redistribución de la renta agraria (la ganancia capitalista del campo) que tiene al gobierno de los Kirchner como mediador (y también como parte interesada).

El campo no es el "campo" en abstracto, sino una estructura funcional de explotación de los recursos agropecuarios de la Argentina realizada por empresas capitalistas privadas (productores, comercializadores internos y exportadores).

Lo que se llama "campo", en realidad, es una estructura piramidal compuesta en su vértice por grupos y empresas superconcentrados y diversificados de producción, comercialización y exportación de recursos y productos agropecuarios, que operan como lobbys de control y de formación de precios sobre el mercado interno y el comercio exterior de la Argentina.

Según el INDEC (censo oficial) en el primer bimestre de 2008, la exportación de productos argentinos al exterior aumentó 30% en promedio, mientras que los volúmenes de ventas se incrementaron en un 19%.

De ese total, la producción agropecuaria (el campo) representó el 61% del total exportado por Argentina.

Los datos oficiales reflejan el récord de los precios de los commodities, y las mayores exportaciones fueron de harina y pelletes de soja, maíz, trigo, petróleo crudo y carne.

Pero, más del 90% de la renta capitalista de esa producción exportada no se distribuye entre el conjunto de los productores e industrializadores agropecuarios, sino que va al bolsillo de los mega-consorcios diversificados que controlan la estructura del comercio interior y exterior de la Argentina.

Los datos de los mil principales exportadores del país compilados en el ranking de Prensa Económica representan el 97% del total exportado el año pasado, medido en dólares, valor FOB, y los10 primeros puestos se los reparten aceiteras, petroleras y cerealeras (que lideran los los rubros de productos exportados).

Según el último Censo Agropecuario Nacional, del año 2002, en la Argentina hay 170 millones de hectáreas agropecuarias y 317.816 productores.

El 69% de las explotaciones tienen menos de 200 hectáreas, pero representan sólo el 3% del total de la tierra agropecuaria.

En la otra punta de la pirámide, el 10% de los grandes establecimientos, con más de 1.000 hectáreas, ocupan un 78% de la superficie agropecuaria.

Pero sólo 4.000 de ellos poseen 74,3 millones de hectáreas (más de la mitad del total de extensión de la tierra).

En la Pampa Húmeda la concentración es mayor: 4.110.600 hectáreas están en manos de 116 dueños (los mega-consorcios del vértice de la pirámide) que controlan la comercialización interna y externa y la formación de precios en el rubro.

Los pequeños y medianos productores, en campos que producen hasta 1.500 toneladas por año, son el 96% del total de los establecimientos, pero levantan apenas el 40% de la cosecha.

El otro 60% lo producen 2.817 grandes explotaciones controladas por el lobby de consorcios exportadores que, a través de la diversificación comercial, también controlan una gran parcela del mercado interno.

Como resultante de esta gran concentración de la renta y de la propiedad de la tierra, el gran productor ( los pulpos concentradores) exportan materias primas y alimentos en dólares (o venden a paridad dólar en el mercado interno), y pagan costos y mano de obra en pesos devaluados (a tres por un dólar)

El pequeño productor (más del 70% del sector) vende a los grandes grupos concentradores (que hegemonizan el mercado interno y la exportación) su producción en pesos devaluados, y paga parte de los insumos (gasoil fertilizante etc,) en dólares, además de alquilar (en su gran mayoría) sus parcelas a precio tasados en dólares.

Además, las retenciones ya vigentes (impuestos fijados por el "Estado privatizado" controlado por los Kirchner), no discrimina proporcionalmente entre el pequeño, el mediano y el "gran productor" ( que concentra la renta capitalista del campo), por lo que el gobierno de los Kirchner socializa los costos y privatiza las ganancias.

Los que se benefician de la exportación y de los altos precios las materias primas, no son el pueblo argentino en su conjunto ni el 90% de los productores, sino los grandes grupos superconcentrados que controlan la exportación y se benefician de los precios en dólares y los costos en pesos devaluados.

La guerra Kirchner-lobby agrario

¿Y porqué se pelea el gobierno de Kirchner con los principales beneficiarios de su gobierno?

Paradojalmente, el lobby agropecuario, que concentra la mayoría de las multimillonarias subvenciones del gobierno de los Kirchner con impuestos aportados por el conjunto de los contribuyentes (con la masa asalariada como mayor aportante), detonó un conflicto que amenaza con crear un estado de emergencia económica en la Argentina.

Para entender la guerra capitalista por la distribución de la renta agraria (los grupos superconcentrados que utilizan a los pequeños productores para presionar desde las rutas al gobierno) hay que empezar por destacar la "doble representatividad" que ejercen los Kirchner al frente del "Estado privado capitalista" en la Argentina.

En sus discursos públicos, los Kirchner como todos los políticos (sean de Argentina, de América Latina o del resto del mundo capitalista) hablan en nombre del "interés general" (el conjunto de la sociedad) y de los supremos "intereses del Estado nacional" (el conjunto del país).

En la práctica, fuera del ámbito del discurso público y mediático (y como sucede en América Latina y el resto del mundo capitalista), cuando los políticos y funcionarios tienen que administrar y ejecutar (y como ya está estadísticamente demostrado), ese discurso se revierte:

Los políticos ya no gobiernan en nombre del "interés general" sino del "interés privado" (grupos capitalistas superconcentrados que controlan el poder económico y la estructura económico-productiva), y ya no gobiernan en nombre del Estado nacional (el país en su conjunto), sino en nombre del capitalismo transnacional que controla los Estados y los países a nivel planetario (Aproximadamente 200 trasnacionales, con activos y ganancias superiores al PBI de todos los países emergentes y periféricos juntos, controlan los sistemas económico-productivos estatales a nivel planetario).

Por lo tanto, y en el plano estricto de la realidad, en el ámbito público (el discurso) los Kirchner y su gobierno defienden los intereses sociales del "pueblo" y de la "Nación", pero en el ámbito de la administración gubernamental defienden los intereses privados de los grupos que controlan el Estado Capitalista (presentado como "Estado Nacional").

El "doble discurso" de los Kirchner no parte de una ilógica sino de un desdoblamiento estratégico para controlar la gerencia de enclave del capitalismo local asociado con los grandes consorcios trasnacionales que controlan el campo, la industria, el comercio y los servicios en la Argentina.

El discurso "publico" de los Kirchner (como el de todos los políticos del sistema capitalista) está orientado a construir consenso social y marketing electoral , y su gestión gubernamental está orientada construir poder político y económico administrando el "Estado privado" de los consorcios capitalistas que controlan toda estructura económica productiva y el comercio exterior de la Argentina.

Mientras el escenario internacional favorecía a la exportación argentina de materias primas (sin la crisis financiera internacional ni la escalada de los precios del petróleo) el "modelo" de los Kirchner de subsidiar a los grandes consorcios capitalistas y de mantener el peso devaluado para favorecer a los pulpos de la exportación, sirvió para controlar la inflación (encubierta pero creciente) y mantener la "gobernabilidad" del sistema, y funcionaba perfecto.

Los enormes ingresos impositivos por el "crecimiento económico" les sirvieron a los Kirchner para tapar la guerra por el reparto de la renta de la Argentina entre los mega-grupos capitalistas, mientras mantenían la "paz social" con los gremios domesticados, y los conflictos sociales contenidos por la política del "asistencialismo" de Estado que desparramaba subvenciones y planes sociales entre la izquierda y los "piqueteros".

Este "modelo" funcionó a pleno hasta que los primeros nubarrones de la crisis financiera-bursátil internacional, la escalada del crudo y los pronósticos de recesión (con epicentro en EEUU) puso a la Argentina (como al resto de los países y de las potencias centrales) en una zona potencial de conflicto económico en gran escala.

Remando en la crisis global

Las proyecciones de una crisis mundial en desarrollo plantea un escenario de escalada de precios (inflación mundial) y una recesión (contracción de la demanda internacional y del consumo interno) que se empezó a reflejar , por el lado del gobierno de los Kirchner, en la necesidad de aumentar impuestos al sector que más recauda (la exportación) para compensar la retracción recaudatoria en momentos que estalle la crisis recesiva globalizada.

O sea, el diseño y la ejecución de las nuevas retenciones al agro (impuestazo multimillonario) por parte del gobierno kirchnerista, estuvo orientada a preservar, en primer lugar, su propio poder poder político, creando un "colchón financiero" que lo proteja del proceso recesivo y le permita seguir subvencionado la "gobernabilidad" y la "paz social" del "Estado privatizado" del capitalismo en la Argentina.

Pero es objetivo se encontró, esta vez con una barrera: Los propios planes de los pulpos de la industria y la producción agrícola ganadera de contar con su propio "salvavidas" cuando la crisis recesiva internacional les reduzca las ventas y se vean obligados a aumentar precios (inflación) y a despedir personal (conflictos sindicales) para mantener la tasa de rentabilidad capitalista.

La retención impuesta por el gobierno de los Kirchner (aparte de reducirles su tasa de rentabilidad capitalista) les quita a los consorcios agropecuarios (institucionalmente concentrados en la Sociedad Rural) espacio financiero de maniobra para construir su propio sistema preventivo de la crisis.

Esto, básicamente, fue el eje del estallido del conflicto con el gobierno de los Kirchner, que, por primera vez (y por razones de su propia supervivencia política) se enfrentan con el sector más poderoso del capitalismo dueño del "Estado privado" de la Argentina.

Y hay un dato que agrava el cuadro: En la Argentina ya existe una escalada inflacionaria (que permanece tapada por la subvención (compensación de la rentabilidad capitalista) a los consorcios "formadores de precios" en el mercado interno, que hoy se aceleró por el desabastecimiento y la suba de precios que genera el conflicto.

Esto lleva a que el gobierno de los Kirchner se aferre a las retenciones agrarias como su principal instrumento político de supervivencia, mientras el lobby agrario (utilizando a los pequeños y medianos productores) se atrinchera para resistir, e incluso, voltear a corto plazo a los Kirchner.

La crisis, el desabastecimiento de alimentos de consumo básico, la soberbia y la metodología divisionista del discurso de Cristina, ya le quitó al kirchnerismo la mayoría del apoyo de los sectores que los votaron en octubre pasado, y hoy solo cuenta con la presión de su aparato político financiado con impuestos retaceados a la redistribución social de la riqueza.

El lobby agrario, en tanto, multiplica consenso entre los pequeños y medianos productores del campo, los partidos de la "oposición" (fundamentalmente Macri y Carrió), y entre los sectores de la clase media comerciante, profesional y asalariada "espantada" por el "peronismo montonero", Moyano y los piqueteros mercenarios.

En este escenario, la crisis económica que ya está instalada en la Argentina, está flanqueada por una guerra en ascenso entre el aparato político (vaciado de consenso y de apoyo popular) de los Kirchner, y la estructura político-empresarial reciclada de la peor derecha neoliberal golpista y reaccionaria, escudada en los "reclamos del campo".

En resumen, el llamado "conflicto del campo" es una guerra política entre los mega-grupos capitalistas agropecuarios (los dueños de la Argentina exportadora) y los gerentes de enclave de su "Estado privado" (los Kirchner) que la mayoría de la sociedad argentina, por ahora, solo mira por TV.


(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más referenciados de la red. Ver sus trabajos en Google


Un envío de Ing. Dante Calori

Gentileza de Política y Desarrollo

 
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A ley proyecto que regula el lobby y la gestión de intereses

A ley proyecto que regula el lobby y la gestión de intereses

El Senado aprobó por amplia mayoría el informe de la Comisión Mixta que zanjó las diferencias que tenían ambas ramas del Congreso sobre la iniciativa que crea registros de lobbystas y transparenta su accionar, entre otras medidas.

Tras poco más de cuatro años de tramitación en el Congreso, el proyecto que regula el lobby o la gestión de intereses quedó en condiciones de ser remitido a la Presidenta de la República para su promulgación como ley, luego que el Senado aprobara con 28 votos a favor y 2 abstenciones el informe de la Comisión Mixta que zanjó las diferencias surgidas entre ambas ramas del Parlamento respecto de la iniciativa.

 

Mientras los senadores Nelson Ávila y Mariano Ruiz-Esquide optaron por abstenerse, la mayoría de los senadores presentes en Sala respaldaron el proyecto que apunta a normar la forma en que los privados participan en el proceso de adopción de decisiones públicas que tienen lugar en la Administración del Estado y en el Congreso Nacional.

 

Para ello, establece un marco regulatorio para el lobby o gestión de intereses, que será entendida como el ejercicio de una actividad licita, que puede ser desarrollada bajo el cumplimiento de ciertos requisitos, de manera profesional.

 

Asimismo, se fijan diversas normas en materia de transparencia, regulando el comportamiento y estableciendo restricciones y prohibiciones en cuanto a la actitud que deben mantener las autoridades de la Administración del Estado y del Congreso Nacional, en sus relaciones con los lobbystas.

 

 

ACTIVIDAD PROFESIONAL

 

Al momento de informar el proyecto, el senador Víctor Pérez, integrante de la Comisión Mixta, destacó el intenso trabajo que realizó el Parlamento para sacar adelante una iniciativa que permitirá regular y transparentar una actividad recurrente.

 

Explicó que uno de los aspectos fundamentales apunta a establece que sólo existirán los lobbystas profesionales, por lo que quedarán excluidos de ese concepto los miembros de las directivas de organizaciones gremiales, sindicatos, ONG, fundaciones, centros de estudio y colegios profesionales, así como también los representantes legales, directores, gerentes y abogados de las personas jurídicas que persigan fines de lucro.

 

No obstante, señaló que "si uno se apega al tenor literal de esta norma, podríamos tener la incongruencia de que el gerente de estudio de la Sofofa sería considerado lobbysta, pero el gerente de estudio de cualquier otra empresa sería excluido de esa calidad. Por eso tenemos que entender  la definición de esas organizaciones en un sentido amplio, sino habría una incoherencia entre las organizaciones gremiales y las personas jurídicas con fines de lucro".

 

Pese a esa precisión el parlamentario valoró esta iniciativa argumentando que es necesario tener un macro regulatorio en ese sentido, pues "uno ve permanentemente que ex ministros de Estado asumen distintas asesorías contratados por distintas empresas y usan su influencia frente al Estado para lograr defender los interesas de esas firmas y por tanto esto viene a regular adecuadamente una actividad necesaria, pero que debe ser transparente".

 

En lo fundamental el proyecto define lobby como la actividad remunerada que tiene por objeto promover, defender o representar cualquier interés de carácter individual, sectorial o institucional con decisiones de toda naturaleza que en el ejercicio de sus funciones deban adoptar los órganos de la Administración del Estado o el Congreso Nacional.

 

También se entenderá que existe lobby cuando la actividad de promoción, defensa o representación de intereses se efectúe ante los jefes de gabinete o asesores directos o de exclusiva confianza de las autoridades correspondientes.

 

Los lobbystas, en tanto, son las personas naturales o jurídicas que realicen actividades remuneradas de promoción, defensa o representación de intereses que estén inscritas en los registros públicos que se crean para este efecto. Cabe recordar que se crean tres registros, uno de ellos a cargo del Ministerio de Justicia,  otro a cargo de la Comisión de Ética del Senado y otro de la Comisión de Conductas Parlamentarias de la Cámara de Diputados.

 

Además, los lobbystas deberán mantener un registro de las audiencias o reuniones que soliciten formalmente con autoridades o funcionarios del Estado en sus despachos u oficinas, especificando el lugar y la fecha de realización, así como la individualización de los asistentes y la materia específica tratada.

 

Por otra parte, toda persona que contrate los servicios de un lobbysta deberá informarlo en sus sitios electrónicos y a las autoridades encargadas de los Registros de Lobbystas, a más tardar dentro del quinto día hábil. El incumplimiento de ello será sancionado con multas de entre 10 a 100 UTM, es decir $348.040 a $3.480.400.

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