Ya lo dijo el comisario Siim Kallas: 2008 será el año en  que se empiece a examinar la financiación de los lobistas en Bruselas "para dar  transparencia al trabajo de los políticos de cara al electorado", recalcaba con  insistencia en varios diarios nacionales. Sin embargo, no son los comisarios  europeos, con su legión de funcionarios, quienes más utilizan la 
ayuda y  el consejo de los lobistas, sino los europarlamentarios, que apenas cuentan con  un par de asistentes para todo. El proyecto faro: un registro voluntario para  los lobbys.
Una eterna sospecha"Es como si fuera  obligatorio. ¡A ver quién es el guapo que no se inscribe a riesgo de  desprestigiarse y dejar de interactuar con los eurodiputados!", se pregunta el  francés Charles de Marcilly, consultor para ESL, una agencia de consejo  estratégico presente en Bruselas desde 1993. Aunque oficialmente sea un  consultor en temas de comercio, propiedad intelectual o energías, admite que su  labor "es de lobby". Es esta ambigüedad la que empuja al ciudadano medio a  desconfiar de la relación entre los políticos europeos y los intereses privados.  El registro se crea para anticiparse a la posibilidad de un escándalo de  corrupción como el que se dio en los EE UU en 2006 con el 
caso Abramoff, que reduciría el interés por la construcción  europea, ya de por sí bajo entre la ciudadanía. 
"Hay que diferenciar  quién hace lobby y quién no", prosige de Marcilly, de acuerdo con la creación de  este registro en el que habrá que señalar las fuentes de financiación y las  cantidades de cada lobby. "Los lobistas deben autorregularse para diferenciarse  de las ovejas negras que usan métodos ilegales para influir en las tareas de los  legisladores comunitarios", defiende este francés de 27 años que señala hacia  grupos de presión de los países del este "con cultura democrática aún jóven".  "El registro debería ser obligatorio", apunta el lobista alemán Tobias Troll,  
advocacy officer de la iniciativa Developement Education Exchange in  Europe Project (
DEEEP), próxima a la plataforma europea de ONG Concorde. Una  iniciativa para ayudar a las ONG europeas del sector educativo a maximizar su  eficacia, así como establecer y alimentar partenariados entre estas ONG y las  instituciones europeas y nacionales.
¿Un 5º poder?Junto a  los 3 poderes clásicos del Estado de Derecho y al denominado 4º poder (los  medios de comunicación), es posible que los lobbies se consideren el 5º, ahora.  "Yo no diría tanto, aunque constituyamos un poder", explica Troll, "pues si bien  los otros poderes son bastante transparentes, el lobby sigue jugándose a puerta  cerrada". 
El problema es que los europarlamentarios no pueden tener  conocimientos específicos sobre todas las materias que tratan "y cada vez más  estos diputados echan mano de los consultores y lobistas para tomarle el pulso a  los intereses locales y de las empresas privadas", señala de Marcilly. Sobre  todo de los lobistas, "que son verdaderos representantes de empresas o ramas  industriales, y no tanto a los consultores, meros intermediarios. Como puede  comprender, el representante de Michelín sabe más de neumáticos que un simple  consultor". ¿Significa esto que los lobbys marcan la agenda de la política  europea? "Yo quiero que mis temas tengan una materialización política", asume el  alemán Troll, "pero sé que el instrumento para ello son los buenos argumentos, y  al final el poder siempre queda en las manos del político, que es quien  decide".
Un oficio estimulanteA pesar de la opacidad  existente sobre la identidad de los lobistas (son muchos los que han declinado  contestar a las preguntas de este medio desvelando su nombre) y su influencia,  existen muchos mitos falsos en torno a su figura. "Es cierto que para ejercer  este oficio hay que tener facilidad para relacionarse, pero nuestro contacto  directo con los parlamentarios es mínimo", aclara el alemán. Los lobistas deben  corretearse los pasillos parlamentarios, hacerse ver todos los días, para luego  "establecer un primer contacto en cinco minutos con un parlamentario" y  proseguir en adelante la relación con sus asistentes vía correo electrónico".  "El impacto de nuestras opiniones es fuerte sólo si son serias y constantes",  añade de Marcilly, para quien este oficio es una pasión mezcla de varios  oficios: jurista, abogado, periodista, comunicador, político... 
"En el  fondo es un trabajo más sencillo de lo que parece", concluye Tobias Troll, "pues  los parlamentarios nos están agradecidos. Lo más complicado es saber reaccionar  a tiempo a los trabajos de los políticos: el mail que hoy puedo enviar para  sugerir una modificación en una enmienda, mañana es posible que llegue demasiado  tarde".