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domingo, junio 05, 2011

Hernán Büchi Energía, medio ambiente y encuestas

Hernán Büchi
Domingo 05 de Junio de 2011
Energía, medio ambiente y encuestas


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Desde los albores de la civilización, la población del mundo aumentó 100.000%. En los últimos 200 años ha logrado una disponibilidad de comida, abrigo y techo en cantidad y calidad antes impensadas, con expectativas de vida muy superiores y con menos enfermedades. La mayoría tiene hoy más bienestar que reyes o magnates de antes, que no tenían ni luz eléctrica ni papel de baño. En 1.800, una hora de trabajo compraba 10 minutos de luz de vela, contaminante y peligrosa. Hoy consigue 300 días de iluminación limpia y segura.

Este aumento exponencial de seres humanos ha cambiado el paisaje del planeta. Ello no es extraño, pues la vida siempre ha sido cambio, modificando el medio ambiente y siendo modificada por éste. El oxígeno que respiramos se originó probablemente como una contaminación de la atmósfera, por formas primitivas de vida miles de millones de años atrás.

Nuestro progreso se debe a la capacidad que hemos tenido de hacer el ambiente que nos rodea más amigable para nosotros. Entornos libres de alimañas e insectos peligrosos, vegetación que nos protege pero no impenetrable y que nos ahoga, ríos y cauces de agua a nuestra mano pero que no nos inundan.

No existe ninguna duda de que el progreso produce un ambiente mejor, desde la perspectiva humana. Es cierto que modificamos nuestro entorno, pero es para que más de nosotros logremos vivir y con un mayor bienestar.

Como todas nuestras acciones, este movimiento hacia adelante es un balance de muchos deseos, necesidades e intereses. Una de las claves de las sociedades exitosas es crear mecanismos y formas de comportamiento que canalicen nuestros anhelos, muchas veces incompatibles entre sí, en forma constructiva y sinérgica, evitando que deriven en agresión y destrucción. A nivel individual se nos enseña a ser reflexivos, a pensar en el futuro y a evaluar medidas alternativas, vale decir, usar la razón para optar entre nuestros distintos impulsos y no chocar con la realidad.

A nivel colectivo, el tema es muy complejo pues si los deseos son inconsistentes a nivel de un individuo, imaginemos cómo pueden llegar a serlo cuando confluyen millones de almas.

En Chile, para el desarrollo de la energía, elemento central del avance de los últimos 200 años, la institucionalidad no está funcionando bien. Organizaciones que juegan con las emociones en forma planificada, logran movilizar personas para oponerse al uso de la energía hidráulica en Aysén. Sin energía, los pobres seguirán postergados. El uso del agua en lugares alejados y agrestes es muy superior a alternativas más invasivas. Treinta años atrás era utópico que en el país pudieran existir organizaciones y capitales capaces de asumir el riesgo de proyectos de esta envergadura y beneficio. Hoy les hacemos la vida imposible.

Si es verdad que la popularidad del Gobierno fue afectada por HidroAysén, en parte es su responsabilidad al empeorar más el sistema al actuar discrecionalmente en el caso Barrancones. Si quería que eso le diera respaldo, entonces hoy recibe rechazo. Pero ni lo uno ni lo otro es lo adecuado.

La institucionalidad debe hacerse más balanceada y objetiva. No se trata de comparar los ingresos en dinero de una empresa con cambios en el ambiente. Lo correcto es poner en la balanza los costos humanos de vivir sin electricidad; basta recordar los días sin ella después del terremoto reciente, para ver que son elevadísimos. El Gobierno debiera instruir que esos costos y el impacto en la pobreza lo estudien sus instituciones y no sólo vean los cambios al ambiente. Sin crear nuevos impuestos, la autoridad central debe canalizar parte de la mayor tributación a las comunidades locales, para tener un respaldo político más equilibrado. La instancia de evaluación ambiental debe transformarse en un diálogo para mejorar el costo-beneficio de una inversión, y no para confrontar a las empresas y con ello al progreso. Ante una naturaleza que si bien nos da, también nos golpea, la verdadera sustentabilidad es una población educada y próspera; producir más, mejor y más barato es indispensable para ello.


Fuente:emol

CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
 
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